UN SUEÑO DE AUSENCIA Y REALIDAD
Israel Serrano
En la cintura del siglo veinte, se abren nuevas perspectivas -literarias y generacionales- en el modo de hacer y de crear una literatura nacional. A partir de los años 60s, 70s se alejan, casi por completo las formas clásicas, y los movimientos importantes en la costa norte abren el camino de una poesía sintética y depurada.
En
David Fortín, forma parte de este legado poético, que ha venido del oriente al norte como presagiando versos kerigmáticos, y así construye un sendero en la poesía, un diáfano cielo de mimos, un puente colgado de letras, un universo de metáforas donde ríen y lloren las galaxias hasta encontrar un hábitat en la eternidad.
Es importante señalar que en la poesía de Fortín existe una multitud de formas y recursos estilísticos de los cuales el poeta no está subordinado; pero hay tendencias a ciertos movimientos o algunas influencias marcadas, que se manifiesta en cada esquina del verso.
David enfatiza algunos motivos, por ejemplo la vida, la muerte, la soledad, el amor, Dios, la familia; sin embargo tiene algunos poemas sobre circunstancias, con el mar, con la vida, con el cielo, con el sol y el amor a la naturaleza. ”… amo el aroma de las flores, /las noches de verano/que embellecen las palmeras.
También escribe, sobre aspectos filosóficos, metafísicos, ambientales, sin duda la adversidad, la voluntad y la justicia son temas de mucho interés; la teología como ciencia y como reflexión de la fe y del reino; la escatología como debate en la postmodernidad, por el origen y fin de la vida, visto como un enigma, mayor que un proceso biológico, político y social. “Llevo un viejo dolor que muerde/ el peso de la noche”.
La fluctuación que causa todo lo cosmológico, lo mistérico, el destino y todo aquello improbable. “Desde la distancia escuché. /Estas muriendo, / así es, /todos estamos inmersos/en el destino de los seres, /sin embargo, intuyo que otros universos/viven, cuando algunos no saben /por qué viven o mueren” Vivir o morir, es la opción para no deprimirse, para seguir viviendo, y para buscar el bien o la felicidad.
Así lo afirma. “Hoy que no soy /sino tu; /hoy que la luna se enreda /en las ramas de la noche/y los arbustos miran /el correr del río, /soy feliz.”
La predestinación no sólo desde una perspectiva teológica neo-testamentaria, sino desde la óptica ontológica“Pudimos ser /Aquellos que vivieron y murieron/“de cara al sol”.
Pudimos ser/Un simple destello de esa luna. / o escaleras en busca de aquel cielo, /los pasos que nunca alcanzaron llegar…las manos que comparten una esperanza,/o una miradas de amor/en el rostro que sueña iluminar el horizonte.”
Aborda la rutina como vaivén del espacio y del tiempo, niña que acaricia la página de vida “Solo fue un arranque, /un querer volver, /un mirar del reloj, suspira el tiempo; /repetir la página que vuela.” La inconformidad y la esperanza con un poco de nostalgia, “tal vez algún día me busques/ en las mismas calles, /en las esquinas verdes de esta vida.
David nos obsequia unos versos, que pese a la caducidad de las cosas y de la vida, él las lleva a un lugar de optimismo y de renovación al ser. “Rasgar los velos, /encender la vida a fuerza de canciones.” “Frente a este espacio dijiste /que mi aura estaba envejecida ¿Cuántas auras se esconden / bajo el sol?/En el fondo del ser,…Y otra vez la luna aparece, callada, /colgada en los almendros.”
Él hace una especial consideración a la existencia del amor en un mundo egoísta y globalizado, deshumanizante y lleno de engaños. “El amor existe; /basta con dejar que la mirada/se extienda en la inmensidad de la noche, /para sentir sus lentos latidos.”
En estos tiempos de Golpes de Estado y Zarpazos, no esta demás un poema a la patria. “De un zarpazo/le arrebataron/el arcoíris de un sueño. /
El sentimiento de angustia que en el Teólogo Kierkegaard, es un temor al abandono, al vacío y a la soledad. “árbol abandonado soy/en el más remoto desierto/barco sin mar.”
“Una sombra o una nube/colgada en la montaña, /un cisne que sueña olvidando su mundo, /perdido en un libro envejecido, /congelado en tiempos medievales…una gaviota prisionera de su mar, /un ángel sin alas, eso eres.”
Pero en esa angustia, en esa ausencia busca el calor. “en esta larga ausencia/ soy un niño en el regazo/que busca el calostro de la madre.”
Por la incertidumbre que vive el planeta, la brevedad de la vida, el calentamiento global, y frente al despiadado neoliberalismo, he aquí la utopía de Fortín” Quisiera imaginar/que el mañana será nuestro. /Despertar/en el mundo, sin dueños,/sin prisa,/sin llanto, sin la sensación/ de perder nuevamente./Quisiera pensar /que todo va mejor,/que la tierra es ajena a los ruidos,/que no la atemorizan los asesinos,/de los bosques y los ríos;/que todos somos hermanos/de la más lejana estrella/y seguimos vivos en el concierto/de las ranas.”
La espera es algo inherente al ser humano y el poeta nos lo recuerda. “Te espere/en el ansia del sol/como se espera la lluvia, /después de tantos golpes/derrumbando las puertas.”
Lo cíclico tanto en el hombre, como en la naturaleza, no hay nada nuevo en la vida, todo cuanto existe es repetición y todo el cansancio que esto produce. “…lo único nuevo ha sido oír tu voz/debajo de la lluvia. /…Te recuerdo/Imaginando las estaciones/que esperan a la tierra” “El reloj se cansa de las horas/y el mar se aleja. /La ciudad se duerme/ y se esconde el silencio”
En este libro David Fortín utiliza un lenguaje sin complicaciones retóricas y la riqueza de imágenes, metáforas, y otras figuras literarias, otorgan la valoración poética, la insinuación y la interpretación del código que desnuda con una desesperada ternura, las intenciones de la vida.
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